viernes, 30 de septiembre de 2011

El encuentro

11 de noviembre de 2010. Jueves. Son las 14:30 horas pasadas y llevamos aquí desde las 8 de la mañana. Los nervios y la tensión empiezan a hacer mella en el ánimo. Hace un calor de mil demonios en esta habitación de la clínica San José, que digo yo que pa ser privada y acoger a SM el Rey cuando requiere de cirugía, ya podían regular un poco la temperatura. ¿Pasará calor Juancar cuando viene?. Siguen pasando los minutos. Casi 20 desde que se las bajaron a quirófano y yo aquí solo esperando. Sin noticias de Adriana.

14:40 aproximadamente. Mi santa madre y mi santa suegra han abandonado sus menesteres alimenticios a medio engullir y han optado por venir a hacerme compañía. Se agradece, la habitación se queda pequeña para las ganas que tengo de salir corriendo e irrumpir en el quirófano para comprobar si todo va bien. Aquí nadie dice nada. ¿Y este calor, es normal?.

14:45 aproximadamente. Llevo más de 5 minutos con los ojos fijos en el tirador de la puerta. Me mareo. Gracias a mi santa madre y mi santa suegra que han tenido a bien traerme agua, no pierdo el conocimiento. Aunque me gustaría. Sin noticias de Mónica y Adriana.

14:50 horas aproximadamente. La puerta por fin se abre. Una joven asoma la cabeza, nos mira. "¿Alguien necesita peluquería?". Una recortada de doble cañón necesito yo.

14:55 horas aproximadamente. La puerta se vuelve a abrir. La matrona es capaz de esquivar con ágil movimiento de cabeza la botella que le lanzo. "Creo que esto es para ti", dice. Y así, sin más, me pone en los brazos una cosita diminuta enrollada en un arrullo, con gorrito y guantes a juego (pues anda que no es nadie mi mujer). Mantiene los ojos entreabiertos y me mira, aunque no me ve. Es hermosa. En realidad no existe una palabra para describir lo bonita que es. La sostengo en mis brazos, mirándola fijamente. Mi santa madre y mi santa suegra hablan y exclaman algo, pero no acierto a entender qué. Yo sigo mirándola. He estado 9 meses preparándome para este momento, imaginando cuál sería mi reacción. Pensé que lloraría. Pues no. Sólo siento una enorme paz al mirarla. No creo que pueda haber un momento más bonito que este, aunque suene tópico. Siguen sonando voces, pero en esa habitación sólo estamos los dos, mirándonos.

15.05 aproximadamente. No sé en qué momento, me han arrebatado de los brazos a mi hija. Mi santa madre y mi santa suegra se disputan su hegemonía. Yo permanezco sentado en el sillón de esta habitación (copón que calor hace) esperando a que suba Mónica. Ya nos han confirmado que ha ido todo bien. Sin noticias del pánico.... 

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