martes, 19 de agosto de 2014

Diferencias

Hace unos días, un familiar (sin hijos, claro) me preguntó por qué había abandonado la terapéutica actualización de este blog. Mi respuesta fue que ya no tenía nada sobre lo que escribir. Meditando sobre esto, he llegado a la conclusión de que no es del todo cierto. Las peripecias, las experiencias, los denodados intentos por comprender la mente del infante siguen ahí, intactas. Lo que ocurre es que a determinadas alturas de la paternidad, la anestesia que uno padece es tal que todo se normaliza y se contextualiza de tal forma que se le resta importancia y emotividad al día a día.

Bien, Nacho llegó a nuestras vidas hace ahora justo diez meses. Voy a intentar describir brevemente en este post las diferencias y similitudes halladas entre un bebé hembra y un bebé macho, que no son pocas.

Para empezar, no es que el niño sea más activo, más inquieto o más curioso, no. Lo que ocurre es que el niño está como una puta cabra mocha, y que me perdonen los puristas. Grita, patalea, se arrastra por el suelo como una lagartija (no gatea, eso requiere mucho esfuerzo, ha salido al padre), brama, te araña, te golpea si es menester. Mi suegra le llama terrorista chiita, pero dudo yo que muchos chiitas hayan presenciado semejantes torturas.

Come, eso sí. Pero come cuando le apetece, no cuando tú le digas. Come, sí, pero eso siempre que aciertes con la cuchara en su implacable lucha por rematar de cabeza cada acercamiento del cubierto a la boca. Lo ideal es que un progenitor le inmovilice con movimientos de yudo mientras el otro blande la cuchara e intenta que un porcentaje superior al 60% del plato acabe en el estómago. El resto, irremediablemente, acabará a partes iguales en las paredes y en el pelo y/o ropajes de los padres.

Duerme como un lirón, semejanza que cabe resaltar con su hermana. Pero aún en esto, hay diferencias. Mientras que Adriana, alías La Bendita, caía en brazos de Morfeo sin contemplaciones, Nacho pelea, Nacho llora, Nacho grita, Nacho se lamenta de su suerte por verse “obligado” y “arrastrado” a la inmisericorde labor de….. comer, dormir y cagar.

El baño, otrora momento de relajación y esparcimiento con Adri, se convierte en este caso en una pelea entre el hombre y la fiera en aguas amazónicas. Normalmente gana la fiera.


En definitiva, amigos míos mis amigos, esto es otro mundo. Dicho lo cual miradle, y decidme si no es entrañable, si no es achuchable y besable. Mirad esa cara demoníaca y angelical a partes iguales y acordaos de mí cuando ya no esté.