Habréis oído hasta la saciedad esa de que cuando tienes
hijos, cambian tus prioridades. Es un hecho que cuando vienen al mundo esas
criaturitas endemoniadas tan dependientes de ti automáticamente se genera un
efecto reactivo que te hace convertirte en protector.
Dejas de ahorrar para tu
viaje a Varadero y empiezas a pensar en la universidad de los niños. Eliges destino
de vacaciones en función de su ocio y no del tuyo. Te compras un monovolumen y
desechas la idea del descapotable, que retomarás seguramente cuando cumplas los
60 y se hayan ido de casa. Empiezas a vestir como tu abuelo porque la ropa que
hay que renovar es la suya. Ya no vas al bar de la esquina, sino al parque que
está enfrente del bar de la esquina. Los fines de semana los planificas en
función del centro comercial al que vaya Peppa Pig, o en su defecto en base al
cine que proyecte la última de Disney. Los domingos de fútbol y cerveza en el
sofá han dado paso a domingos de Frozen y palomitas dulces, ellos en el sofá y
tú en una silla. El concierto más emocionante al que irás será el de
Cantajuegos en las fiestas patronales, y la fiesta más loca que te espera en
Navidad es la Cabalgata de Reyes.
Trasnochar ahora es acostarte a las 3:00 montando el
castillo de Pin y Pon; las bajas laborales no se deben a la resaca del sábado
sino al virus que te ha pegado el niño; las cenas con amigos te las pasas de
pie vigilando al crío que juega en el parque de bolas… En fin, cambian las
prioridades, ya lo creo que cambian. Cambian tanto que en estos días, cuando
todos tenemos el miedo en el cuerpo por la amenaza yihadista, uno no piensa en
que pueda morir a los 40, sino en que les pueda ocurrir algo a nuestros críos.
Cambian tanto las prioridades que nuestra vida ya no importa porque tenemos
otro objetivo por el que luchar, otra meta que cumplir, y no es otra que garantizar
que nuestros pequeños endemoniados tengan un futuro y puedan disfrutar de la vida,
al menos hasta que tengan hijos.
Ánimo amigo.
ResponderEliminarSigue criando y escribiendo.
Escribir es nuestra única opción de reinvindicar nuestro individualismo.