viernes, 4 de marzo de 2016

Razones para tener un tercer hijo

Vaya por delante que por nada del mundo se lo recomendaría a ningún padre que se atreviese a preguntarme. Un hijo es necesario, dos es una temeridad y tres… No quiero ni imaginarlo. O sí. Hagamos un ejercicio de abstracción y reflexionemos sobre lo que puede suponer la llegada de un tercer vástago a la unidad familiar.

1- Para empezar habría que reorganizar el espacio en casa. Esto, en una vivienda con tres habitaciones como es el caso que nos ocupa, puede gestionarse de forma sencilla. Lo más lógico sería que los dos hermanos mayores compartieran habitación y que el recién llegado tuviese su propio espacio, mientras los padres mantienen una distancia prudencial que les permita… bah, pamplinas. Lo que ocurrirá será que cada hermano mayor mantendrá su habitación, el recién llegado dormirá en la cama de matrimonio con mamá y papá pasará a ocupar un digno lugar en el sofá, con el gato.

2- Los traslados de cualquier índole se convierten en un verdadero galimatías. La monovolumen, otrora cómoda y espaciosa, se convierte en la furgoneta de un gitano. Cinco en un coche, tres de ellos niños, aboca irremediablemente al suicidio. Para salir de casa necesitas una media de dos horas o la ayuda del vecino. Cuando la mayor esté vestida y peinada, se pondrá a jugar mientras vistes y peinas al mediano, que hará lo propio mientras vistes y ‘peinas’ al pequeño, lo que supondrá que cuando hayas acabado por el pequeño tengas que volver a empezar porque la mayor y el mediano se habrán despeinado y desvestido de motu proprio.

3- La gestión de las finanzas es otro elemento a tener en cuenta. Las ayudas a familias numerosas están bien, pero no son suficientes. Dos sueldos para mantener a cinco humanos y un gato, dos coches, una hipoteca y los juegos de la play no dan, ya os digo que no dan. Los Magikis y los Pin&Pon se llevarán una parte importante del jornal. Hay opciones de financiación paralela como coser balones en casa o pintar soldaditos de plomo, pero que no se entere Montoro.

4- Normalmente la llegada del tercer descendiente, en los tiempos que corren, os pillará mucho más viejos. Si rondáis la cuarentena en el momento en el que venga a este mundo os ahorraréis de un plumazo la crisis de los 40, porque no vais a tener tiempo de plantearos el sentido de la vida ni vuestro lugar en el mundo. Las crisis identitarias solo se las puede permitir quien tiene tiempo para pensar, quien duerme más de 5 horas al día y quien puede incluso plantearse la opción de apuntarse al gimnasio para intentar frenar el inexorable paso del tiempo. No va a ser vuestro caso.

5-  Por descontado, la vida de pareja quedará reducida a cenizas, que no se reavivarán hasta que estéis en edad de solicitar los viajes del Imserso. Y para entonces harán falta ayudas extra en forma de píldora azul. No volveréis a salir a cenar, no pisaréis un cine, no tomaréis una copa, no veréis un partido del Atleti, no quedaréis con los pocos amigos que os quedan, no intercambiaréis impresiones con personas del sexo opuesto a excepción de las dependientas del DIA y, por supuesto, no volverás a tener un momento de intimidad en ninguna de sus versiones.


Si aun así os quedan ganas, adelante, pero no digáis que no os advertí.